ACTRICES
Según los últimos datos ofrecidos (2017) por la Unión de Actores y AISGE, solo el 8% de los actores de nuestro país, pueden vivir de la profesión. Si esta cifra cae como un jarro de agua fría, si hablamos de mujeres, la situación se vuelve más crítica: El paro en las actrices es seis veces superior. Una de las causas es que en el mundo audiovisual los personajes femeninos ocupan un escaso 25%.
Durante los encuentros que hemos mantenido con profesionales, esta cuestión ha salido a la luz de forma natural. Virginia Yagüe afirmaba que, una de las consecuencias de la falta de mujeres tanto en dirección como guion, era que las actrices no se vieran reconocidas en los personajes que les llegaban. Ella reconocía que suele escribir historias donde la mujer lideraba el relato por una cuestión de identificación, y que por ende, la ausencia del género femenino en estos puestos, afectaba de forma directa. Así mismo, Inés París nos contó que, una vez que tomó consciencia de este problema y aprendió sobre feminismo, intentaba que en sus historias siempre hubieran personajes de mujeres reales, que no fueran meras acompañantes. De hecho, si nos fijamos en su carrera, tomando como referencia su primer largometraje, A mi madre le gustan las mujeres, y el último, La noche que mi madre mató a mi padre, solo con el título ya podemos adivinar que son ellas las encargadas de llevar la acción de la cinta.
Dentro de ese 25%, tal y como nos explica Yagüe, habría que analizar qué función desempeñan dentro del relato, ya que, como explicábamos, no se trata solamente de una cuestión de presencia, sino de acción. Durante años se ha presentado al hombre como el héroe, mientras que la mujer era la víctima o la recompensa. Meros objetos al fin y al cabo. Así, a día de hoy, no solo las actrices tienen menos trabajo que sus compañeros, sus personajes no toman decisiones, no piensan, no salen del estereotipo, no sobrepasan los 40... Es decir, no son mujeres reales.
Pero esto no es solo una cuestión nacional, una de las últimas actrices en alzar la voz ha sido Jessica Chastain, que este año formaba parte del jurado del Festival de Cannes. Al finalizar la experiencia, quiso lanzar un mensaje: "Es preocupante cómo nos ve el mundo, para ser sincera [...] Hay varias excepciones, pero en general la representación de las mujeres ha sido lo que más me ha sorprendido. Espero que cuando haya más mujeres encargadas de contar las historias también tendremos personajes femeninos que en los que podamos reconocernos".
Test de Bechdel
Pero, ¿es el cine español un cine machista? Para comprobarlo, deberíamos someter a todas las películas al famoso Test de Bechdel, cuyo origen está en una tira cómica creada en 1985 por la dibujanta Alison Bechdel. En ella, una de las dos mujeres que aparece, le comenta a su compañera que solo entraba al cine a ver películas que cumplieran los siguientes requisitos:
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Que incluyan al menos dos personajes femeninos
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Que estos compartan escena y hablen entre sí
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Que la conversación no trate acerca de hombres
¿Cuántos largometrajes españoles que pasen estas tres condiciones eres capaz de nombrar? Teniendo en cuenta los datos que dábamos al comienzo del texto, pocas.
No digas tu edad, miente
La actriz y directora Leticia Dolera durante un viaje a Estados Unidos por motivos de trabajo, probó suerte con las agencias de representación de Hollywood, sin embargo, no creerás lo que le sucedió. Tal y como ella misma lo ha contado en diferentes entrevistas, cuando una directora de casting le preguntó por su edad y ella se la dijo, su respuesta fue clara: "Si tienes más reuniones, no digas tu edad, di que tienes 22, porque si tienes más de 30 no tienes nada que hacer aquí" y le explicó una teoría que, en palabras de Dolera, "si te fijas en las películas, es verdad": A partir de los 30 las actrices ya no pueden hacerse un nombre, pero con los hombres es al revés, a partir de los 40 "ganan credibilidad".
Solo hay que echar un vistazo por títulos recientes para comprobar que, efectivamente, esto no solo ocurre en la meca del cine. En nuestro país, tanto en la gran como en la pequeña pantalla, podemos decir que, así como con la edad ellos aguantan al frente de los diferentes productos, las actrices protagonistas son sustituidas por otras más jóvenes. Además, en las parejas que nos suelen mostrar, la diferencia de edad entre ambos sexos, está latente. Un ejemplo sería La isla mínima, donde Antonio de la Torre y Nerea Barros ocupan este lugar. Sin embargo, podríamos nombrar muchos más: ¿Quién mató a Bambi?, Plan de fuga, Nuestros amantes, Tenemos que hablar, Capitan Koblic, Ocho apellidos catalanes y un largo etcétera.
Mujeres que no lloran, reivindican
Queremos destacar la labor del ciclo Mujeres que no lloran organizado por la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA). Gracias a este, profesionales del medio y público pueden debatir sobre este tema tras la proyección de los diferentes largometrajes y cortometrajes que se presentan. Durante la edición celebrada en 2017, pudimos escuchar a Yagüe reivindicar el papel que ocupan las actrices en las cintas, así como su relación con los espectadores: “No nos sentimos reconocidas en el relato, y ellas se encuentran limitadas papeles secundarios, de acompañantes, con estereotipo muy establecido”, mientras que la actriz Luisa Gavasa remitía al problema de la edad: “No sólo soy mujer, es que tengo una edad en la que eres mucho más invisible, y me niego a las dos cosas [...]Que nadie me diga que porque tengo 66 años no puedo ser atractiva o ser deseable, me niego. Sé que no tengo 30 años, perome niego a que me digan que soy invisible porque no lo soy. Sé que no lo soy. No me importa ser la abuela si hay algo que contar, pero si por edad sólo puedo ser la abuela, la que cuida niños, se me abren las carnes. Quiero que cuenten historias de lo que ocurre a las señoras de mi edad, que les pasan muchas cosas. Cada vez es más difícil encontrar personajes con carne, yo no quiero trabajar para tener mas dinero en la cuenta corriente, si no por vocación, amo mi oficio".
”El cine también gana cuando se les da espacio a las mujeres, que somos muchas. Somos la mitad”
Natalia de Molina, 2016. Discurso de recogida del Premio Goya Mejor Actriz